Comentario
El monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas se funda hacia 1180 por Alfonso VIII y su mujer Leonor Plantagenet, aunque hasta 1187 no se hace carta de dotación, en la que se menciona la observancia cisterciense. Todavía Alfonso X recordaba el espíritu constructor de sus antecesores con estos versos, en una estrofa de las Cantigas: "Et pis tornous a Castela/ De sí en Burgos moraba;/ E un Hospital facía/ El, e su moller labraba/ O monasterio das Olgas".
El deseo de los monarcas era construir un panteón real que estuviese regido por una comunidad importante. Por ello se quiso distinguir a Las Huelgas de otros monasterios cistercienses, de fundación anterior, y convertir esta abadía en la casa-madre de la Orden Cisterciense en España. Así, todos los monasterios quedarían sujetos a su jurisdicción, lo que acarreó a Alfonso VIII serios problemas durante muchos años.
A pesar de la importancia de la fundación real de Las Huelgas, sin embargo, no se ha hecho un estudio concreto sobre la arquitectura del monasterio, sino que las investigaciones llevadas a cabo, hasta ahora, se han limitado a ponerlo en relación con otros monasterios cistercienses. Otro problema a resolver es el de su cronología que, de acuerdo con los estudios más recientes, es preciso retrasar como después se verá.
La primera noticia que tenemos sobre su construcción es un documento real fechado el 15 de noviembre de 1185, en el que Alfonso VIII habla expresamente del monasterio "quod fabricatur nostris largitionibus et sumptibus iuxta Burgensem civitatem"; esto mismo se repite en el acta de fundación de 1187. El monarca, en la carta de incorporación del monasterio de Las Huelgas a la Orden del Císter, dada en 1199, lo menciona como ya edificado.
En los monasterios femeninos, todo debía estar organizado -los edificios terminados y dispuestos- para ser habitado cuando las monjas llegasen a tomar posesión o, al menos, las dependencias indispensables para su habitabilidad. Una vez instaladas en esos edificios provisionales, se podían acometer los trabajos de las construcciones definitivas de dependencias claustrales y de la iglesia, siendo, por tanto, su cronología más tardía a la de la instalación de la comunidad. Esto fue lo que debió ocurrir en Las Huelgas y, desde su fundación en 1180 hasta la llegada de las religiosas, quizá hacia 1186-1187, las obras que se realizaron, a costa de Alfonso VIII, serían el claustro llamado las Claustrillas con sus dependencias, hoy desaparecidas, y la capilla de la Asunción, que haría las veces de iglesia. En 1203, dichas obras, si no estaban terminadas, estarían muy avanzadas, ya que el 9 de julio Alfonso VIII recompensó los trabajos realizados en la construcción del monasterio de Santa María de Regla, que era la advocación que en principio tuvo, al maestro Ricardo, dándole una heredad en Solarzal -junto al término de Amaya, lejos de Burgos y cerca del monasterio premonstratense de Santa María de Aguilar de Campóo-. Dicho maestro, una vez concluido su trabajo en Burgos, debe marchar a la provincia de Palencia, donde, al parecer, participa en las obras de Aguilar. Es algo perfectamente verosímil, ya que existen relaciones estilísticas entre algunos de sus capiteles con los de las Claustrillas, así como con los de otros edificios de la zona, como San Andrés del Arroyo.
Contamos con una serie de datos documentales que podrían corroborar este hecho, entre los que está la venta que el maestro Ricardo hace al monasterio de Aguilar, en 1226, de la heredad de Solarzal. La razón de la venta bien pudo ser el ausentarse de la provincia, una vez concluido su trabajo en Aguilar. La iglesia del monasterio de Aguilar fue consagrada en 1222 por el obispo de Burgos, don Mauricio. Así, terminada la parte principal del monasterio, marcharía, como debieron hacer otros artistas, y posiblemente regresaría a Burgos.
Las Claustrillas es de traza todavía románica, con arcos de medio punto que voltean sobre columnas geminadas con capiteles, exclusivamente vegetales, y cubierta de madera. Su autoría se atribuye al maestro Ricardo a la vista de lo que manifiestan los documentos. Todas las dependencias claustrales han desaparecido, aunque en los muros de sus paredes todavía quedan restos de puertas cegadas que serían el acceso a las diversas estancias.
La Capilla de la Asunción, en el ángulo noreste de las Claustrillas, correspondería a la cabecera del primitivo templo del monasterio. Obra de arte almohade, hecha en ladrillo, se cubre con una bóveda estrellada. En el lado sur, dos arcos lobulados dan paso a un pequeño espacio rectangular que posiblemente haría las veces de sacristía o funcionaría como ámbito funerario. La única nave de esta iglesia se prolongaría a lo largo de toda la panda norte del claustro, no siendo de grandes dimensiones, pues en los primeros tiempos la comunidad estaría constituida por un reducido número de religiosas. El hecho de que el sepulcro de Alfonso VIII estuviese aquí depositado hasta su traslado, en 1279, a la iglesia actual podría confirmar la hipótesis de que en este lugar fue donde estuvo ese primer templo y, tras la construcción del actual, se conservó la vieja capilla en recuerdo de los primeros tiempos de fundación.
Por todo ello hemos de pensar que en tiempos de los fundadores y hasta la muerte de Alfonso VIII, en 1214, éste fue el único núcleo monástico y en su época no se levantó ni una mínima parte de la iglesia actual, ni mucho menos de las dependencias claustrales, a pesar de que la mayoría de los historiadores han mantenido lo contrario, salvo especialistas como Lambert, Torres Balbás o Carlos Valle. Hechos como que en Las Huelgas Enrique I se coronase a fines de 1214 o que San Fernando fuese armado caballero, en 1219, no son indicativos de que estuviese edificada la iglesia actual. Las estructuras arquitectónicas y decorativas que hoy podemos ver indican una fecha posterior, entre 1220 y 1225, para los comienzos de las obras, en una etapa artística más avanzada que la de las Claustrillas. Por ello, la iglesia, el capítulo y el claustro, llamado de San Fernando, de fábricas plenamente góticas, se construyeron a partir de esas fechas y a lo largo del segundo cuarto del siglo XIII.